miércoles, 18 de noviembre de 2009

Obama versus Chipre

En estos días en que el Alcorcón ha ganado al Madrid una confrontación como ésta puede no sonar tan desproporcionada.
Se cumple un año desde el ascenso al poder de Obama, y mucha gente empieza a hacer balance. Hace un año podía parecer impensable hacer una crítica a este mandatario, pero algunos ya las hacíamos y ahora parece que no estamos tan solos.
Cuando se celebraron las primarias en los Estados Unidos de Norteamérica en el partido demócrata mi candidato preferido era Edwards. No poniéndome ninguna venda y sabiendo que ningún candidato del partido demócrata sería homologable en sus políticas a uno del PSOE, el programa de Edwards resultaba ser más ambicioso y progresista en temas tan ineludibles como el sistema sanitario estadounidense.
Obama tenía a su favor el simbolismo: la posibilidad de ser el primer presidente negro de su país. Y un discurso que, si bien poco concreto en muchos aspectos, junto a una campaña de marketing ejemplar movilizar con éxito a la gente.
Además de reflexionar sobre cómo el marketing se ha metido en la política, no dejó de llamarme la atención que su victoria se considerase como una gran esperanza, pues a mí desde el principio me pareció un mal menor.
Imaginemos por un momento que alguien del SPD alemán o del Parti Socialiste francés defiende la pena de muerte en algunos supuestos. Suena espeluznante. Pero eso mismo en la boca de Obama parece un “detalle” sobre el que mucha gente no quiere reparar.
Este mismo doble rasero que mucha gente tiene para con el actual inquilino de la Casa Blanca es el mismo que él y muchos otros mandatarios políticos emplean en Sudamérica, en ejemplos sangrantes como el distinto trato dado a Uribe, Zelaya o Chávez por proponer una misma medida respecto a la posibilidad de su reelección, si bien por ese doble rasero que también tiene la prensa mucha gente desconocerá esta situación.
Y sin salirnos de Sudamérica, la actual administración norteamericana, a pesar de “relajar” algunos aspectos de su política hacia Cuba, mantiene el vergonzoso bloqueo hacia la isla a la vez que, a día de hoy, mantiene la ocupación ilegal de Guantánamo.
Recientemente se han producido una serie de acontecimientos que parecen haber disminuido la popularidad de Obama, o lo que es lo mismo, más gente parece haberse sumado a las críticas. Así, se ha puesto en duda la oportunidad de concederle el Nobel de la Paz, que algunos han visto como otra maniobra de marketing. El rechazo a Kyoto que criticamos merecidamente a Bush parece que Obama va a mantenerlo respecto a Copenhague. En la visita a China el presidente estadounidense ha sido explícito sobre la situación de Tíbet, pero ha guardado silencio sobre Taiwán en otro ejemplo de doble rasero. Y, para colmo, en las elecciones de New Jersey y Ohio ha perdido el apoyo de los votantes blancos de entre 18 y 30 años, su segundo caladero de votos tras el afroamericano.
Así pues quiero concluir diciendo que ojalá el año que viene tengamos que reconocer a Obama ese papel cuasi mesiánico que algunos le atribuyen, y que la esperanza Obama no acabe como la tercera vía de Blair (otra referencia, la laborista, que creo que se ha demostrado erróena para nuestra izquierda). Aludiendo al título de esta reflexión, entre tanto, reconozco que a mí, aunque suene impopular, me provocó mayor esperanza el triunfo de los comunistas en Chipre, poco conocido de nuevo “gracias” a la prensa, que la victoria de Obama. Esperaremos acontecimientos.

2 comentarios:

  1. Estoy muy de acuerdo, pero hay que tener en cuenta que la sociedad estadounidense no admite políticas muy progresistas, y creo que este es el motivo principal por los que Obama no termina de realizar políticas auténticamente progresistas. Si por poner un seguro sanitario público le llaman comunista!! ¿Cómo puede Obama realizar todos esos cambios que nos parecen necesarios?? Si aunque quiera no va a poder, porque ni los senadores de su partido le apoyarían...

    En un país donde te llaman comunista por garantizar la salud a todos, mucho no se puede avanzar, y creo que Obama está avanzo a la velocidad máxima, que es muy lenta, pero no por su culpa, si no por el conservadurismo de los estadounidenses (socialism kills, suelen decir)

    Hay que tener en cuenta que Obama captó muchos votos de ex votantes de Bush, y que si realiza poíticas muuy progresistas los perderá rápidamente, y ya lo hemos visto recientemente.

    ResponderEliminar
  2. Estoy absolutamente de acuerdo. Creo que no debemos comparar el sistema de partidos estadounidense con otro sistema como por ejemplo el nuestro. En Estados Unidos no existe propiamente un votante de izquierdas (por diversas razones, entre ellas la caza de brujas que se le ha hecho históricamente al comunismo) y por tanto el Partido Demócrata ni mucho menos es un partido de izquierdas o socialdemócrata propiamente dicho. Aunque por supuesto representa ideas más progresistas que los republicanos, su política social y económica siempre han sido más bien de centro o incluso centro-derecha.

    De todas formas, en las últimas elecciones me da la sensación de que el votante americano no ha votado con la cabeza sino con el corazón, se ha dejado llevar más por los valores que por programas concretos. Primero pasó con Bush, que defendía la idea ser un “emisario enviado por Dios” para salvar a los americanos de la barbarie musulmana, y ahora con Obama, que aunque por supuesto representa valores radicalmente distintos, ha sido capaz de transmitir al pueblo americano ilusión.

    Aunque hubiese ganado Edwards, que efectivamente defendía políticas mucho más valientes, al Partido Demócrata le resultaría tremendamente difícil cambiar cosas que están enraizadas en la sociedad americana, como la pena de muerte o el sistema sanitario. Insisto en que no existen votantes de izquierdas.

    En cuanto a lo de Chipre, yo también creo que ha sido importantísimo, pero si no se ha dado a conocer tanto no es por culpa de la prensa, sino por la escasa repercusión que tiene este país en la agenda política internacional. Que gane uno en Chipre, sea del partido que sea, no importa tanto como cuando este hecho se produce en un país más cercano o que nos incluya más.

    ResponderEliminar