miércoles, 2 de diciembre de 2009

En Misa y repicando

He de confesar que aplaudo las palabras de José Bono sobre la comunión a genocidas. Mientras la Iglesia católica española se niega a admitir la memoria histórica (por ejemplo eliminando de sus fachadas placas de infausto recuerdo) se permite el lujo de amenazar a los políticos que no sigan sus consignas.

No es más que otro de los muchos episodios de hipocresía al que nos tiene acostumbrado, me temo. Aplicando aquello que dijo Jesús “lo que haga tu mano derecho que no lo sepa tu mano izquierda”, acusan de asesinos a políticos democráticos—entre ellos José Bono—mientras que siguen celebrando misas de funeral por asesinos, dictadores, genocidas etc.

Por eso me alegra que José Bono haya llamado la atención sobre este hecho recalcando que los políticos legislan por un país, no sólo por sus creencias, y que no son asesinos por votar una ley que alguien no comparte.

El intento de manipulación, desde mi punto de vista no debe ser visto de otro modo, de la Iglesia nos enseña el concepto que tienen de democracia: si no haces lo que espero estás contra mí. Lo cual, por supuesto, nos recuerda su continuo apoyo al pensamiento único de gente con delitos de sangre a los que, sin duda alguna, nunca negaron la presencia en misa.

Respeto enormemente a la iglesia como institución, pero todavía debe encontrar, y le está costando demasiado, su lugar en una nueva sociedad que ya no sigue todo lo que dice a pies juntillas. Mientras no lo acepte apreciaciones como las de Monseñor Martínez Camino no sólo estarán de más, sino que deberán caer en saco roto porque son un atentado contra el sistema. No sé si lo tienen en cuenta pero somos muchos los que hemos votado para que la ley del aborto y otras bien denostadas, lleguen a legislarse adecuadamente. El hecho de criticar esa legislación es casi lo mismo que decir que nos hemos equivocado quienes hemos votado a favor. Y por ello, volviendo a lo que ya he dicho, es un atentado al sistema tratando de manipular el resultado de una votación con argumentos personales.

La Iglesia, desde mi punto de vista, tiene todo el derecho del mundo a opinar, quién lo duda. Pero si quiere hacerlo que haga como en otros países y se sumerja en el sistema, creando un partido que defienda sus argumentos políticos y que participe del juego democrático como todo hijo de vecino. De esa manera tendrá todo el derecho a expresarse. Pero mientras siga intentando coaccionar con estos argumentos no podrá, no deberá ser tenida en cuenta porque las reglas son para todos y o jugamos todos igual o rompemos la baraja (y a veces pienso que es lo que esperan, que se rompa la baraja)

2 comentarios:

  1. Con la Iglesia hemos topado... Desgraciadamente, la hipocresía y la doble moral de la Iglesia no es nada nuevo. Yo también respeto mucho a la Iglesia, pero a la Iglesia de base, a la que se preocupa de los desfavorecidos, no de la que se dedica a juzgar a los demás pero mira a otro lado cuando se trata de ella misma. Mi educación es cristiana y por eso creo que no siguen la máxima consigna del cristianismo, "amarás al otro como a ti mismo". Dejemos nuestra espiritualidad para el ámbito privado y no permitamos que la Iglesia siga metiéndose en asuntos públicos que no le competen.

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  2. ¿Qué es la democracia sino un conjunto de manipulaciones e intereses que conjuntamente intentan llevar una idea a la mayoría de un grupo de personas? No podemos, ni debemos, ignorar que nuestros políticos, de todas las clases y partidos, manipulan a los electores; pero también tenemos que entender que la manipulación de esos electores es el trabajo principal de los políticos. Ese poder de manipulación no es una competencia exclusiva de los políticos, aunque estos crean que sí. Los mismos electores y las instituciones sociales que no son otra cosa que grupos de electores, como la Iglesia, pueden y es recomendable que influyan a los otros electores. Pero a los políticos no les gusta ceder su poder, de ahí que haya críticas a la iglesia por tratar de hacer lo que se supone que tienen que hacer.
    Pero no estoy diciendo que engañen, aunque se haga. Manipular no es engañar. Manipular es tratar de crear una conciencia unida que vote en una misma dirección. Es mover a la sociedad.
    Además, creo que hay que recordar que hay cosas que no son compatibles, y mientras así sea, nadie podrá quejarse de ser excomulgado por ir en contra de los principios irrenunciables y básicos para ser católico. Cada uno de los diputados debería ser consecuente con lo que es y votar libremente, si le deja su partido, que no creo, lo que él cree que es mejor. Que puede ser una cosa u otra, pero también tendrá que aceptar las consecuencias de ser lo que es, que no debería importarle si realmente es lo que dice ser.

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